El diario de un pediatra

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08 junio 2007

¿Que es ser buenos padres?

Esto lo escuché de la radio vaticana mientras venía a trabajar, pensé en redactar un nuevo artículo pero al volver a leerlo preferí hacer un copypaste y citar la fuente, leánlo lentito y reflexionemos



Nadie duda que para ser buenos padres se necesita una gran dosis de
amor, paciencia, ecuanimidad, comprensión, disciplina, flexibilidad,
para mencionar sólo unos cuantos. Pero quizás lo que más necesitan los
padres para formar hijos dotados de las virtudes y capacidades que les
permitan llegar a ser unos buenos seres humanos es ser padres
valientes, es decir tener la fortaleza necesaria para hacer lo que más
les conviene a los hijos, por duro que sea.



El compromiso de ser
padres los enfrenta a diario en situaciones que requieren mucha
valentía para no tomar el camino fácil y privar a los hijos de los
límites que son vitales para que no sólo se rijan los principios que
les inculcamos, sino que tengan la fortaleza para ponerlos en práctica.




La vida cotidiana esta llena de ejemplos de valentía. Se
necesita valor no recibir al pequeño en nuestra cama cuando a media
noche nos suplica que le dejemos dormir con nosotros; para no llevarles
el libro olvidado al colegio cuando nos llaman implorando que se lo
hagamos llegar; para no darles nada más de lo que estrictamente se
merecen por mucho que rueguen que quieren más; para no ayudarles a
hacer la tarea que no cumplieron a tiempo así pierdan la materia; para
no pagar la fianza y evitar que los arresten cuando es importante que
aprendan que sus errores tienen amargas consecuencias. Todo ello
requiere valor.



Lo que necesitan los hijos no son padres
condescendientes y que vivan dedicados a darles todo, como
lamentablemente se siente es la tendencia. Los hijos de nuestros
tiempos necesitan de padres valerosos, capaces de cuestionarse y tener
la fortaleza para comprometerse tan seria y profundamente en la
formación de sus hijos que hagan lo que sea preciso para formarlos como
personas correctas por difícil o doloroso que pueda resultarles.



Muchos
de los problemas de los hijos hoy en día son el resultado de confundir
el ser buenos padres, es decir valientes, con ser padres
condescendientes. Los padres condescendientes trabajan muy duro con el
fin de ofrecerle todo a sus hijos, todo; pero lo que necesitan ellos
son padres valientes que trabajen duro en ellos mismos para darles lo
mejor de sí; los padres condescendientes se miden por lo mucho que
gastan en sus hijos, mientras que los padres valientes se miden por lo
que gana su familia con su trabajo.



Los padres condescendientes
hacen lo posible por resolverles todos los problemas a sus hijos
mientras que los padres valientes los dejan enfrentarlos,
permitiéndoles aprender de ellos; los padres condescendientes tratan de
evitarles sufrimientos a los hijos, mientras que los padres valientes
procuran dotarlos de las herramientas necesarias para superarlos; los
padres condescendientes se miden por los beneficios económicos que su
éxito profesional le ofrece a su familia, mientras que los padres
valientes lo que tienen en cuenta es qué precio están pagando sus hijos
por su éxito profesional.



Pero para lo que se necesita más
valentía aún es para no inventarnos toda suerte de justificaciones que
nos permitan decirle a los hijos "sí" cuando en el fondo del alma
sabemos que debemos decirles "no"; para no creernos nuestras propias
mentiras y convencernos que todo lo hacemos por su bien, cuando
realmente lo hacemos por el nuestro. Es urgente procurar que el poder
que como padres tenemos sobre los hijos no lo utilicemos para remediar
las carencias que les dejamos por nuestras debilidades y perpetuarlas
en nombre de una "bondad" mal interpretada.



Textos: Alma García



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